CAPÍTULO 4
Jia Baoyu visita la Mansión Ningguo y tiene una reunión agradable con el hermano de Qinshi
Cuando la mujer de Zhou Rui hubo terminado de visitar a la abuela Liu, fue a casa de la Sra. Wang para informar, que había ido a visitar a la tía Xue. Así que la mujer de Zhou Rui salió por la puerta este del complejo, cruzó el patio oriental y se abrió camino hasta la Residencia del Peral. La esposa de Zhou Rui dio su informe sobre la abuela Liu a la Sra. Wang. Habiendo terminado, esperaba algún comentario de la Sra. Wang pero, viendo que no sabía nada, estaba a punto de retirarse cuando la tía Xue la invitó sonrientemente a quedarse:
–¡Solo un momento! Hay algo que me gustaría que buscaras para mí. Hay doce flores artificiales aquí. Las hicieron en el Palacio Imperial, todas a la última moda. Es una suerte que vinieras hoy, porque podrás llevármelas. Hay dos para cada una de las chicas Jia. Eso deja seis. Luego, son dos para la Srta. Lin y las cuatro restantes para la Sra. Lian.
La esposa de Zhou Rui se abrió camino hasta las habitaciones de Xifeng. Oyó una risa baja y la reconoció como la inconfundible voz de Jia Lian.
Esa noche, a la hora de encender la luz, Xifeng pudo informar a la Sra. Wang de los asuntos del día.
–Hoy me invitó la esposa del primo Zhen a pasar el día con ellos en la otra casa –dijo Xifeng.
–Pase lo que pase –dijo la Sra. Wang– no veo que importe. Creo que deberías ir.
Al día siguiente, Xifeng informó primero a la Sra. Wang y luego fue a despedirse de la abuela Jia. Sabiendo que iba a la otra casa, Baoyu dijo que también quería ir. Subieron los dos a un carro de mulas y enseguida estuvieron dentro de la Mansión Ningguo, donde la esposa del primo Zhen, Youshi, su hijo Jia Rong, su pequeña nuera Qinshi y un gran número de sirvientas y doncellas esperaban en la puerta interior listos para recibirlos.
–Habéis escogido un buen día para venir, tio Bao –dijo la pequeña Qinshi.
–La última vez que estuvisteis aquí queríais ver a mi hermano. Bueno, hoy está aquí.
Baoyu quiso apresurarse inmediatamente.
–Bueno, solo un minuto –dijo Xifeng–. ¿Por qué no le pedimos que venga para que pueda verlo también?
Jia Rong se encogió con alarma fingida.
–¡Sí, tía! ¡No hace falta enfadarse tanto! Lo traeremos aquí inmediatamente.
Jia Rong desapareció un momento y entonces regresó llevando a un joven. Xifeng procedió a preguntarle de forma muy deliberada sobre varios asuntos, entre ellos su nombre, que era Qin Zhong. Cuando Baoyu puso primero los ojos sobre Qin Zhong fue como si parte de su alma lo abandonara. Enseguida se encontraron en medio de una conversación deliciosa y ya actuaban como viejos amigos.
Recordando que Baochai había estado en casa sin encontrarse bien durante los últimos días y aún no había ido a verla, Baoyu pensó que podría ir a visitarla. Baoyu fue a la Residencia del Peral.
–¿Te encuentras mejor, prima?
Baochai se levantó rápidamente y le sonrió.
–Estoy bastante mejor ahora. Has sido muy amable en pensar en mí. Siempre oigo hablar de esa famosa piedra tuya, –dijo sonriente–, pero nunca he tenido ocasión de examinarla realmente de cerca. Hoy creo que me gustaría echarle un vistazo.
Baoyu cogió la piedra del cuello y se la puso en la mano. Cuando Baochai hubo visto toda la piedra, miró de nuevo la inscripción frontal y repitió las palabras un par de veces en voz alta:
–No me pierdas, no me olvides, y tendrás una ancianidad saludable. ¿Por qué no estás sirviendo el té? –preguntó a Turpial–. ¿Qué haces ahí con la boca abierta?
Turpial se rio:
–Porque esas palabras parecen hacer juego con las de tu gargantilla.
Había una línea escrita tallada en cada lado del pendiente de la gargantilla, que juntas parecían las palabras de un encantamiento: "Nunca me dejes, nunca me abandones y tu paga serán años de salud."
Justo en ese momento el servicio anunciaba que acababa de llegar la Srta. Lin. Casi simultáneamente entró Daiyu contoneándose en la habitación. Al ver a Baoyu dejó escapar un grito de consternación fingida.
–¡Oh cielos! ¡He escogido un mal momento para venir! –Los otros se levantaron y la invitaron a tomar asiento.
–¿Por qué has dicho eso? –le preguntó Baochai.
–Si hubiera sabido que venía él, yo no habría venido.
Baoyu estaba impaciente por ver a Qin Zhong otra vez y le mandó una nota diciendo que al segundo día seria el comienzo del curso. Baoyu llamaba hermano a Qin Zhong (o Jingqing, que era su nombre del colegio) cada vez que hablaba con él, el propio Qin Zhong también cayó gradualmente en el hábito de dirigirse a Baoyu como igual. Todos los alumnos de la escuela del clan eran o bien miembros del clan Jia o bien parientes por matrimonio; cuando se reúnen mucho, está claro que el trigo contiene una cierta cantidad de paja. Los dos chicos nuevos, Qin Zhong y Baoyu eran tan bellos como flores; los otros alumnos observaron su disposición cariñosa y modo familiar de hablar y pudieron darse cuenta de que los dos amigos eran completamente devotos el uno del otro. Quizás no sea de extrañar que estas observaciones hayan dado pie a cierta sospecha en las mentes de las personas de mala crianza. También había otras dos criaturas amorosas. A causa de sus miradas y sus modales afectados, eran conocidos universalmente con los motes de "Cariño" y "Precioso". Qin Zhong y Cariño, tras un intercambio preliminar de miradas, pidieron permiso y fueron al patio trasero para conversar. Alguien tosió detrás de ellos. Los dos chicos se dieron a vuelta y vieron que era su compañero de clase "Jinete" Jin. Cariño tenía una naturaleza ciertamente impetuosa que, ahora, encendida por una mezcla de furia y vergüenza, hizo que se girara ásperamente al intruso. "
–Qué se supone que significa esa tos?
Jinete Jin miró maliciosamente:
–Si tú puedes hablar, ¿no puedo toser yo si quiero?
Enfadado e indignado, Qin Zhong y Cariño volvieron corriendo a la clase y se quejaron a Jia Rui de que Jinete Jin los perseguía.
Este Jia Rui era un personaje sin principios y sin carácter que, como medio de obligar a los chicos a tratarlo bien, siempre mostraba el más desvergonzado favoritismo al arreglar las disputas de clase. El pequeño paje de Baoyu, Hoja de Té, oyendo cómo Jinete Jin había estado abusando de Qin Zhong y cómo incluso Baoyu había venido para ayudarle, marchó directo a la clase a buscar a Jinete Jin. Hoja de Té aisló a Jinete Jin y lo agarró por la chaqueta. La cara de Jinete Jin se puso pálida de ira. Se sacudió a Hoja de Té y fue a por Baoyu, intentando atacarlo. Li Gui y los otros sirvientes mayores, oyendo el jaleo del exterior, se apresuraron a acercarse y, con un griterío conjunto, finalmente se las arreglaron para llamar al orden a los chicos. Al ver que Li Gui había tenido éxito al restaurar algún tipo de paz, Baoyu pidió que lo sacara.
–Empaqueta mis libros, Li Gui, y vete a buscar el caballo, ¿quieres? Voy a contarle esto al tío abuelo Dairu.
Ahora Jia Rui estaba asustado por si el asunto iba más allá. El miedo lo volvía abyecto. Se dirigió a Qin Zhong y a Baoyu por turnos. Baoyu puso una condición:
–De acuerdo, no lo contaremos. Pero tienes que hacer que Jinete Jin se disculpe.
La resistencia de Jinete Jin finalmente cedió y juntó las manos y se inclinó ante Qin Zhong. Pero Baoyu dijo que no era suficiente. Insistió en que se posternara. Desbordado y fuertemente presionado por Jia Rui para que se disculpara, Jinete Jin se postró humilde ante Qin Zhong.