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Capítulo 6 Los tres hermanos Ruan en el pueblo de la Tablilla de Piedra

水浒传故事(西文版) 作者:王国振


CAPÍTULO 6

Los tres hermanos Ruan en el pueblo de la Tablilla de Piedra

Al oír la falsa información que había dado el anciano ayudante, el gobernador Liang Zhongshu hizo que su escriba redactara un documento que inmediatamente despachó a Jizhou pidiendo el inmediato arresto de los culpables. Se envió a Jizhou un oficial del primer ministro Cai de la Capital del Este. Le dijo al Prefecto:

–Antes de salir, me dijeron que tenía que quedarme aquí hasta que capturara a todos ellos, los siete vendedores de dátiles, el comerciante de vino y el oficial fugitivo Yang Zhi. Han puesto un tiempo límite de diez días para arrestarlos y entregarlos a la Capital del Este. Si no lo consigue, me temo que será enviado al exilio a la remota isla de Shamen.

El prefecto convocó inmediatamente a su inspector de policía, Ho Tao:

–Y ahora el primer ministro de la Capital del Este ha mandado a un oficial con una orden que me da diez días para capturar a los ladrones, so pena de despido y exilio a la isla de Shamen. Usted es inspector de policía, pero no lo está intentando. Voy a exiliarlo a una miserable guarnición de frontera, tan lejos que ni siquiera los gansos salvajes la puedan alcanzar.

El prefecto fue a buscar al tatuador e hizo que escribiera en la mejilla de Ho Tao: "Exiliado a la prefectura de –" dejando en blanco el nombre del destino.

Sin capturar a los ladrones, Ho Tao estaba muy deprimido. Le dijo a su hermano pequeño Ho Qing:

–Si no arresto a los ladrones en diez días me exiliarán a una guarnición distante–. Ho Qing se rio.

–Es muy fácil. –Rápidamente, sacó un lingote de plata de diez onzas y lo colocó sobre la mesa–. Toma esto, hermano. Cuando cojamos a los ladrones, te garantizo que no te faltará oro o plata, satén o seda.

Qing dijo:

–A decir verdad, hace unos días perdí otra vez en el juego. Me alojé en la posada de la familia Wang, en la que el que atendía me pidió que llevara el registro por él. El tercer día del sexto mes, siete mercaderes de dátiles llegaron empujando siete carretillas. Reconocí a uno de ellos como el jefe de guardias Chao de la orilla este en el condado de Yuncheng. Cuando se estaban registrando, dijeron que se llamaban Li. Al día siguiente, se vio a Bai Sheng llevando cubos en un palo de hombros. Después, cuando oi rumores de que los comerciantes de dátiles habían drogado a varios viajeros en la cima de la montaña Amarilla y robado los regalos de cumpleaños, inmediatamente adiviné que el jefe de guardias Chao estaba involucrado. Arresta a Bai e interrógalo y tendrás toda la historia.

El policía capturó a Bai Sheng y encontró una bolsa de oro y plata en su casa. Lo golpearon tres o cuatro veces hasta que se le abrió la piel y le salió sangre de las heridas.

–Ya sabemos que el jefe de los culpables es el jefe de guardias Chao de la orilla este, condado de Yucheng, –gritó el prefecto–. De nada sirve negarlo. Dame el nombre de los otros seis y dejaré de golpearte.

Bai Sheng se lo creyó.

–¡El jefe de guardias Chao me engañó para que llevara el vino! ¡Pero realmente no se quienes son los otros seis!

El prefecto expidió entonces una orden dando instrucciones a Ho Tao para que fuera con veinte policías al condado de Yuncheng a arrestar al jefe de guardias Chao. Para no alertarlos, Ho Tao reunió a su partida en una posada de forma secreta. Se presentó a las puertas de la residencia del magistrado. Para entonces era a final de la mañana y el tribunal estaba haciendo un descanso. Ho Tao entró en un salón de té enfrente de la sala y se sentó a saborear un poco de té cargado. Entonces apareció el secretario Song de servicio.

Saliendo de la magistratura había un hombre cuyo apellido era Song. Su nombre formal era Jiang, el popular Kongming. Como era bajito y moreno, todo el mundo lo llamaba el Gallardo Tercer Maestro Oscuro. Solo hizo amigos en la Fraternidad de los Gallardos pero ayudaba a todos, altos o bajos, que buscaran su ayuda, así que era conocido también como Lluvia Oportuna. El inspector Ho cruzó la calle para encontrarse con él.

–¿Podría atreverme a preguntar su nombre? –preguntó cortésmente.

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–Soy Ho Tao, un simple inspector de policía de la prefectura de Jizhou. Los ladrones se llevaron los regalos de cumpleaños del gobernador Liang de Darning, la Capital del Norte, para el primer ministro Cai. Los verdaderos ladrones están todos en este condado. El primer ministro ha mandado un ayudante a nuestra prefectura con orden de quedarse hasta que los cojamos. Esperamos que nos de toda su ayuda.

–¿Quiénes son los ladrones?

–Una banda de ocho. Hemos cogido a Bai Sheng, el líder es el jefe de guardias Chao de la orilla este. Para no mentirle, no conocemos el nombre de los otros seis. Le suplicamos su mayor diligencia.

Song Jiang estaba sorprendido. Se dijo a sí mismo: "Chao Gai es uno de mis mejores amigos. Este crimen que ha cometido es una ofensa capital. Debo salvarlo. Si lo capturan, lo matarán".

Song Jiang le dijo:

–No habrá ninguna dificultad. Pero tendrá que presentar su orden al magistrado cuando el tribunal tenga sesión. La leerá y mandará hombres para hacer el arresto. El magistrado lleva ocupado toda la mañana y está tomándose un pequeño descanso. Si quiere esperar un poco, enseguida se retomará la sesión. Le llamaré.

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Después de dejar al inspector, fusta en mano, montó y salió despacio de la ciudad. Galopó hasta el pueblo de la orilla este.

Los tres hermanos Ruan habían recibido su parte del botín y regresaron a la aldea de la Tablilla de Piedra. Chao Gai estaba bebiendo vino con Wu Yong, Gongsun Sheng y Liu Tang debajo de una parra en el jardín trasero. El siervo anunció:

–El secretario Song está solo y su caballo hace espuma. Quiere verle inmediatamente. –Chao Gai salió corriendo.

Song Jiang saludó respetuosamente el jefe de guardias, lo cogió por la mano y se lo llevó a un pequeño edificio cercano.

–¿Por qué ha venido con tanta prisa, señor secretario?

–Han solucionado el caso del puerto de Tierra Amarilla. Han llevado a la prisión de Jizhou a Bai Sheng. Ha confesado. El prefecto ha mandado al inspector Ho y a varios hombres para arrestarte. ¡Escápate, rápido! Ahora me vuelvo a llevar al inspector y su documentación al tribunal. El magistrado enviará hombres esta misma noche.

Chao Gai dio las gracias a Song Jiang y lo despidió. Habló con Wu Yong, Gongsun Sheng y Liu Tang. Wu Yong dijo:

–No hay nada de qué hablar. De las treinta y seis soluciones posibles, la mejor es... irse. Deberíamos juntar seis o siete cargas de hombro de nuestras posesiones y juntarnos con los hermanos Ruan en Tablilla de Piedra, y marchar con ellos a unirnos a la banda del pantano de Liangshan.

Song Jiang llevó al inspector Ho a la mesa del magistrado. El magistrado abrió el sobre y leyó los documentos. Se sorprendió.

–¡El primer ministro ha mandado un ayudante para esperar la prefectura!–exclamó a Song Jiang–. ¡Debemos enviar hombres y coger a los criminales!

–Si van por el día, es posible que trascienda. La noche sería el mejor momento. Una vez que cojamos a Chao Gai, podremos coger a los otros seis. Debería enviarse al alguacil y a dos agentes para capturarlos.

El alguacil condujo a los agentes y a los soldados para ir rápidamente hacia la orilla este. Zhu Tong y Lei Heng eran buenos amigos de Chao Gai, así que quisieron salvarlo. Le dijo a Lei Heng que atacara por delante mientras él mismo cubriría la puerta trasera y dejaría huir a Chao Gai.

Para cuando Zhu Tong llegó a la puerta trasera Chao Gai aún no había terminado de poner sus asuntos en orden y los sirvientes se apresuraron a informar:

–¡Han venido los soldados! ¡Debemos darnos prisa! –Chao Gai les ordenó prender fuego a la mansión

Zhu Tong llevó a sus arqueros de a pie a la puerta trasera de la mansión y entró. Al ver a Chao Gai, Wu Yong, Gongsun Sheng y Liu Tang salir corriendo por la puerta trasera, paró a Chao:

–Jefe de guardias, por aquí. Este caso es muy grande. El pantano de Liangshan es tu único refugio seguro. No intentes ir a otro sitio.

–Te recompensaré el favor de salvarnos la vida.

Zhu Tong y Lei Heng informaron al magistrado de que los ladrones habían escapado y que solamente habían cogido a los dos sirvientes del jefe de guardias. Pero, al ser golpeados más allá de lo soportable, confesaron.

–Había seis hombres que trataron con el jefe de guardias, –dijeron–. Al único que conocemos es un profesor de nuestra ciudad llamado Wu Yong. Otro hombre se llama Gongsun Sheng. Es un sacerdote taoísta. Otro es un un tipo grandote moreno llamado Liu. También estaban los tres hermanos Ruan de la aldea de Tablilla de Piedra.

Ho Tao y sus hombres viajaron toda la noche y regresaron a Jizhou. Ho informó al prefecto:

–Esa aldea de la Tablilla de Piedra está al borde del pantano de Liangshan. Tiene agua, cañas y riachuelos por todas partes y, sin una gran fuerza de hombres y barcos, puede olvidarse de entrar ahí a hacer un arresto.


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